miércoles, 29 de junio de 2011

Negando la realidad no se consigue nada

  Me embarga la rutina. El mítico no ver por no querer. ¿Quién quisiera tal ceguera?¿ tal dolor? 

   Lo sencillo puede convertirse en complicado con una fugacidad voraz. Con la rapidez de un pestañeo, de una breve respiración, de un tragar de saliva. 

  Me duele. Duele más de lo que esperaba. Duele la rapidez, que se convierte en desesperación y deriva en indiferencia. Son estados lentos y transitables. Tanto como uno necesite. Tantas lágrimas como sean capaces de albergar tus ojos, y la rapidez con la se deslicen por tus mejillas y acaben desvaneciéndose por la comisura de los labios.

 La rapidez. Un puñal que se clava profundamente, y así como viene se va. Y te aturde, te desquicia y te deja sentado en una silla sin saber qué hacer ni qué decir. Atado de pies y manos pues, ¿quién es el culpable? Uno mismo. Uno mismo ejerce su estrategia, teje una máscara que  acompaña a su coraza. Pero al resquebraje ésta, puede ser tú perdición. Mi perdición. 

Porque no  es cierto que querer es poder.






viernes, 17 de junio de 2011

El dulce placer de la divina tentación

 
    Sólo pretendía sentir la libertad de la libre insinuación. El divertimento de una chica que conoce sus cualidades, sus fuertes, su sensualidad y sus dotes de mujer; y a la vez conoce la debilidad y la tentación humana. El dulce placer de la divina tentación. La felicidad momentánea en una simple caricia, o el aliento en el cuello junto al roce de un beso esquivo. La presión de la unión de manos desconocidas. El ritmo acelerado en la respiración. Un primer beso.

 Un segundo beso que acompaña una mano perdida por un cuerpo de mujer, se pierde. Otra caricia, otro roce. Calor. Presión. El corazón espera acelerado. El vestido cae por su propio peso...

 Tan inevitablemente inevitable tentación. Dulce placer. Dulce travesura revestida con ropajes de cariño. Amor a la tentación. Amor de mí. Amor para ti.