lunes, 18 de abril de 2011

De un ligero aleteo a un inmenso huracán.

 De mi época de oruga sólo me queda el recuerdo de arrastrarme. Durante mucho tiempo deseé ser una mariposa y llegó el día. Pensé que al convertirme en mariposa me sentiría libre, y así fue. Visité: prados llenos de flores; rojas, azules y violetas; tulipanes, girasoles y orquídeas; zonas verdes y visité incluso el mar...  Pero tanto quise ver que mi libertad se convirtió en mi cárcel. Choqué con el tallo de una rosa, una bella rosa y de un rojizo puro. Era la mejor rosa, maravillosa, tan resplandeciente que olvidé el choque y la espina. Permanecí en ella tan maravillada que perdí la noción del tiempo y con ello mi vida. Pensé que sería sólo para mí, quise ser egoísta. Dormía, comía, vivía por ella... ¡Era tan hermosa!... Pero ella era una rosa libre y mil mariposas como yo quedaron maravilladas ante tal belleza. Con su piel aterciopelada...¡Qué maravilla! pensaba día y noche. Algo me dolía, pero no recuerdo que era. No me di cuenta del corte que tenía en el ala hasta que fue demasiado tarde. La rosa y su vida se consumieron, se ofreció a otras mariposas que se maravillaron al igual que yo, y a mí empezó a dolerme más algo, creo que era mi ala, o mi... ¡Pero es tan bonita, tan preciosa!

 Me he sentado a esperar. Me duele. Ya no es mía. Mi ala. Cada vez duele más, creo que está rota. Mi ala. Quizás haya sitio. No, no lo hay, no. He visitado tantas otras flores maravillosas y hermosas, pero sólo esta ha conseguido pararme, la que me ha herido. El resto sólo eran flores sin nombre. Pasó.

 Esta flor no es tan hermosa, pero es cálida, estable y cómoda. Esperaré... Alguna otra mariposa que me arregle bien, no de cualquier manera. Y así mi...Un buen mecánico que haga que vuelva a... y disfrutar de prados y nuevas flores y así, no sólo volar, sino, ser feliz.